NOTA A PIE DE PÁGINA DEL POEMA: AQUELLA CANCIÓN DE RADIOHEAD QUE ME PONE LOS PELOS DE PUNTA

Escena videoclip de "Creep" [Radiohead]




Esta es una nota a pie de página de un poema propio titulado: 



"Aquella canción de Radiohead que me pone los pelos de punta"



verso donde aparece la nota;


[...]



Tengo que admitir
que sí habla un poco de mí
aunque nunca he querido tener
un alma perfecta
                                            –I want a perfect soul–

o un cuerpo perfecto[1]

                                           –I want a perfect body–






[1] La semana pasada un chico ponía en el Facebook que por fin había cumplido su sueño. Parecía estar muy emocionado y eso. El sueño era tener un cuerpo perfecto [la razón de esta nota a pie de página]. Se lamentaba de los días perdidos sin “hacer nada” sentado en no sé qué sitio. Había una foto de él unos años antes entrado en quilos, o parecía estar entrado en quilos. La verdad es que ahora era un cuerpo esculpido [como en aquellas fotos de la Grecia Clásica donde el profesor de historia se excitaba al hablar de la perfección del mármol mientras nosotros experimentábamos el tacto bajo el pupitre]. Sus miradas hacia el objetivo fingían ser penetrantes pero no evocaban absolutamente nada, sólo el intento de fingir ser algo que no se es. La gente le felicitaba. Es normal, había cumplido su sueño de tener un cuerpo perfecto, había llegado a la meta con veintitantos. ¿Qué le quedaba por hacer hasta palmarla? Supongo que disfrutar de la victoria. Una chica escribía: a partir de ahora “eres mi ejemplo a seguir”. No pude evitar reírme. Fue simplemente un impulso espontáneo. No acostumbro a reírme de los sueños de nadie. Ni tampoco de las pretensiones de nadie. Nunca lo hago, vamos. Sólo me río de mis sueños por un sencillo ejercicio irónico. Reír es bueno. Llorar es malo. La chica quería tener [también] un cuerpo perfecto. ¿Quién no? Ella comenzaba su sueño. Yo tuve la intención de enviarle un libro. Al final dejé el ordenador encima de la mesa y pasé el día sin hacer nada.





LA CATÁRSIS A PIE DE CALLE Y NADIE SE DIO CUENTA


Lee Jeffries

Había un hombre
pidiendo en la calle,
otro más…
Tendría cincuentaytantos.
No lo sé.
Llevaba un cuenco de madera [parecía de madera]
entre las manos viejas y escarchadas
donde echaban las monedas que nadie quiere,
las que ensucian la cartera.
En el cartón, una microbiografía
en forma de telegrama,
las palabras rectas y mayúsculas
para explicar lo justo y necesario:
Tengo 54 años.
No tengo trabajo.
Ayúdeme.
Gracias.
La cosa iba de tener o no tener.
Él no tenía.
Su perspectiva divisaba
las rodillas de los viandantes,
los clientes que salían del banco
situado a su frente,
los relojes de oro de la joyería
sobre el cabello de nieve
y las bolsas con la barra de pan,
algún que otro dulce
o café para llevar
de la panadería de al lado.
Os lo juro,

así fue la catarsis
y nadie se dio cuenta.


Delirio de una noche a las tantas en más de cien versos


 Qué más quieres que me diga
en esta noche de insomnio y calor,
de monstruos bajo la cama,
escondidos en el fondo del cajón,
de monstruos, de monstruos, de monstruos…
de luna con piel de limón
que escuece
y amarga
y duele
y estalla en la herida.

Si me destripan ahora
te juro que no me importa,
si me destripan ahora
sólo van a encontrar trocitos de carne
que no encajan
una con otra.
Y yo nunca he querido ser eso,
Nunca, nunca, nunca…
No he pedido serlo,
detesto mi condición humana,
quiero quemarla
o dejarla sobre el respaldo de la silla
junto a la otra ropa puesta más de un día
y que se pudra,
que se pudra, que se pudra, que se pudra.

No me soporto,
hoy no me soporto,
a estas horas no me soporto.
No se escucha nada en la calle,
en el monte…
eso me asusta.

Si me destripas ahora
te juro que abro los brazos
para que te sea más fácil.
No vas a encontrar nada,
sólo trocitos de hueso
y sangre
y trocitos de hueso.
Yo no quería,
no quería serlo,
humano y eso.
Un pájaro,
el río en invierno,
un beso con ganas,
la lluvia que desgasta
y acaba por romper la piedra,
el cuervo sobre el cable,
la voz de un niño,
un orgasmo explosivo,
o nada de nada.
Dejadme descansar,
no me atormentéis
con que hay otra vida después de esta.
Dejadme descansar.

Qué noche más tonta
y rara
y tóxica
y tonta.

La ventana está abierta,
estoy casi desnudo,
mañana la luz entrará por los agujeritos de la persiana
a primera hora
y olvidaré este delirio
anclado en un sueño,
en una pesadilla,
en la utopía,
y en un sueño
y en una pesadilla.

Ojalá pudiera arrancarme
como una hoja de papel,
ojalá tuviese la capacidad
de evaporarme,
un aliento,
ojalá fuese ya otoño,
y mañana otoño,
y pasado otoño.

Si me destripas ahora,
si me destripas ahora
te juro que te ayudo
mientras sea consciente,
hasta que me desmaye
por la pérdida de sangre.
¿Quién va a limpiar después todas las vísceras?
¿Quién va a limpiar la mierda?
No vas encontrar nada,
no hay nada,
sólo átomos que saltan sobre las baldosas
como pelotitas de goma,
sólo espirales genéticas
bajando por las escaleras,
cierra la puerta, hazme el favor.
Yo nunca he querido ser esto,
nunca he querido serlo,
nunca,
humano, lo detesto.
Lo detesto, lo detesto, lo detesto.
Un árbol,
la piedra del acantilado,
el tacto en la piel de espuma,
granito de arena,
lágrima de alegría,
lunar en la mejilla,
un poema en blanco,
un poema, un poema, un poema.