CORRECCIÓN



Albert Pocej



Ella duerme cuando la ciudad duerme.

La ciudad duerme cuando ella duerme.
Soy SILENCIO en este espacio.
Soy el vestido sin cuerpo sobre la silla
y que se pondrá mañana a primera hora
después de salir de la ducha.
Soy el libro de poemas que guarda como un tesoro
en el vientre del cajón.





¿DE QUÉ SE REFUGIAN LOS REFUGIADOS?

Reuters/M. Djurica


¿De qué se refugian los refugiados?
Hoy del frío
en fronteras cálidas en verano.
Esperan en una fila bien ordenada
como judíos a punto de entrar Auschwitz.
Llevan un cuenco en la mano.
Aguardan una sopa que solo sirve para calentar el cuerpo.

Me da vergüenza escribir este poema.

Ayer
de la muerte que llovía sobre los tejados de sus casas,
de sus salones con televisión y un cómodo sofá,
de su cocina con la cena en el fuego,
de la habitación donde follaban
o dormían
o leían un libro sobre la guerra.

Es vergonzoso, este poema,
este poema no debería de escribirse.

Hoy
de la nieve.
Son el mechón de una octogenaria
a punto de pasar a mejor vida.
Hacen una hoguera con cualquier cosa,
incluso con cosas que no arden.
La vida arde y se consume muy rápido.
Se cubren los hombros con mantas y plásticos,
con las almas de algún conocido que no ha dado el salto,
que se ha quedado en el páramo
atrapado en el alambre de espino,
como Berlín con muro
o Mississippi quemándose.
Como Ruanda de nuevo con el machete en la mano.
Ayer
de los silbidos y la metralla en las calles donde jugaban al fútbol,
donde se besaban a media tarde
o simplemente contemplaban los coches,
arriba y abajo,
y charlaban de sus cosas mientras bebían té.

Lo siento,
este poema debería de estar prohibido,
este poema es la mayor vergüenza que he escrito.

Lo siento.


EL SUELO TEMBLÓ BAJO LOS PIES


Kurt Vonnegut [Oliver Morris/Getty Images]

Una nota muy corta
El viejo Kurt hablaba claro a pesar de que escribía rápido. Estuvo en Dresde y no se murió. Se escapó del matadero. Otros no tuvieron tanta suerte. Ahora ya está muerto. El final siempre es el mismo, el trayecto, diferente.

Y ahora el poema…

Pasaste sin hacer mucho ruido.
Yo estaba sentado en un banco
leyendo a Kurt Vonnegut.
Aún no entiendo al viejo.

Unos niños jugaban a cosas de niños en la arena.

Dejaste todo patas arriba tras la última huella.
El cosmos se agrietó por una esquina
y dentro de unos años se vendrá abajo.

Quise largarme contigo a cualquier parte

saltando entre los restos de aquel parque
arrasado por tu estela.