picotea las pequeñitas piedras del jardín,
en busca de algo
que llevarse a la boca,
yo, lo observo
desde la esquina de la ventana
en un día gris [tan gris como yo mismo en este preciso instante]
donde la lluvia cae casi invisible
y se desvanece antes de llegar al asfalto
como el humo de un cigarro.
Y tú,
estarás en la otra punta,
echando el ojo a otro pájaro,
en la esquina de otra ventana,
ambientada en otro día gris [tan gris como tú misma en eso preciso instante]
con otra lluvia casi invisible,
que, como el humo de un cigarro,
también se desvanecerá
antes de impactar sobre el asfalto.
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