CUANDO CAMINAS DESCALZA SOBRE LA MADERA


Aladdine Sane

Cierra los labios
y provoca el silencio
en esta habitación casi vacía.

Desnúdate,
déjame ver la piel de mármol
que descubre la claridad
más allá de la cortina.

Dame un sorbo de tu café.
Está demasiado frío
para esta mañana también fría.

Me encanta esa camiseta blanca que llevas
con Bowie mirándome atarvesado por un rayo de colores.
Aún así, no te va a servir de nada,
en un rato estará mal descolgada de la silla
o debajo de la cama
junto al resto de cadáveres.
Pon el vinilo sobre el plato con cuidado
y espera a que suene la trompeta.
Ahórrate el: no sé cómo coño te dá ahora por el jazz.
Sería la décimotercera vez que lo dices esta semana
y ya sabes de sobra la respuesta.

Te haría desaparecer a mordiscos.
Voila!

Ámame antes de que
se acabe el día,
una vez más

que no será la última,
eso espero…

Eres propensa a evaporarte
y aparecer a las tantas en un bar
silbándome como un perro.

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