En una noche cualquiera


Los faros del coche
descubren el maquillaje de la carretera.
Líneas blancas,
rectas y curvas,
perfectamente trazadas.
En la radio suena música indie,
el locutor tiene una voz adormecida,
como si el hombre estuviese en las últimas
tumbado en la cama de un hospital.
La noche está por todas partes,
tiene pinta de quedarse un buen rato más.
Ha pedido otra copa
y un bolígrafo para completar
el crucigrama del periódico de ayer.
¡Qué tan profundo es el cosmos!
No se divisa el final [o el comienzo].
A estas horas tengo la impresión
de que todo se va a venir abajo,
pero se queda en su sitio
y aguarda paciente.

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